Vamos en un bote sobre la laguna de Nahá, cuando Juan, nuestro guía, detiene el remo un instante. Parece haberse acordado de algo. Lo retiene y continúa remando mientras dice:

–  Saben por qué el perro le robó la lengua al cocodrilo? pregunta.

– ¡Qué el perro le robo a quién qué cosa! responde uno de nosotros.

– Juan se ríe con ganas.

Juan es lacandón y vive en Nahá. Está orgulloso de su cultura y tradiciones. Y es evidente. Sin prisa, pero sin pausa, poco a poco construye para nosotros el relato del perro y el cocodrilo. Cuando termina, todos estamos muertos de risa.

Francamente, nada odiaría más que echarle a perder el cuento a Juan. Así que voy a dejarlos con la duda de saber cómo termina. Pero si van a Nahá, pueden preguntarle.

A lo largo de los recorridos que haremos bajo su guía, Juan no dejará de hablarnos de las leyendas del pueblo lacandón al que pertenece, de las propiedades de plantas que encontramos al paso y de los hábitos de la riquísima fauna de la selva.

La laguna forma un marco bellísimo alrededor del Centro Ecoturístico, uno de los lugares más cómodos para hospedarse. Cabañas impecables, bien iluminadas, confortables, con mosquiteros en techo y ventanas. En cada una hay, incluso, una pequeña sala con ventilador. Hay también una pequeña sala de juntas y restaurante.

Al final, nuestra aventura selvática fue de lo más cómoda. Y francamente, a todos nos pareció estupendo.

Experiencias vivas

Luego de un feliz sueño reparador, salimos a averiguar qué más tenía Nahá para ofrecernos. Enseguida nos encontramos un letrero:

“Hach Akium, Dios de todos los Dioses, creó el cielo y la selva. En el cielo sembró estrellas y en la selva sembró árboles. Son una sola las raíces de los árboles y las raíces de las estrellas. Por eso cuando cae un árbol, cae una estrella!.

Chankin Viejo.

En maya lacandón, la palabra Nahá significa “Casa de agua”. Y así es como las familias del Centro Ecoturístico tratan al lugar donde viven: como una casa. Es un área natural protegida, no sólo por decreto oficial, sino también por las creencias y modos de vida de las personas que lo habitan. Por eso la oferta de Nahá no busca ser sólo un atractivo turístico, sino una experiencia para el viajero.

Qué ofertan entonces? ìExperiencias vivas!, nos cuentan. Durante dos o tres segundos debo haber puesto cara de estar más perdido que un pingüino en la carretera, porque enseguida alguien me explica. Es algo así como vivir, ver, oler, cocinar y sentir las cosas que viven y sienten las personas de ahí, exactamente como las hacen (o las harían si no estuviera uno ahí tratando de saber algo de la vida) en sus rutinas cotidianas.

Así, uno puede ahí aprender a moldear barro o visitar sus viveros y colaborar un rato. También ofrecen paseos por la selva para observar aves y plantas. Y si a uno le gusta la gastronomía, otras experiencias son aprender a hacer tortillas, beber “balché” (bebida fermentada) y cocinar “kíorbi kax” (pollo lacandón) o cualquier otro platillo del recetario maya. Eso sí, hay que platicarle nuestro interés al operador turístico con una semana de anticipación, pues algunos platillos requieren ingredientes especiales que deben conseguirse en la selva. Y eso puede tomar un tiempo.

Después de todo eso, al visitar más tarde la cascada o recorrer en bote de remos la laguna bellísima, azul turquesa, de Nahá, uno siente que el mundo es ya un poquito distinto, algo más vivo.

O a lo mejor, uno mismo es lo distinto para el mundo.

CONTACTO

Comunidad de Na-Há

Tel. 55 5 1 50 59 53 Û 916 101 86 64

e-mail: contacto@nahaecoturismo.com

Centro Ecoturístico Pach Há

Kayum García Paniagua 55 51 50 59 53

Call Center 01 919 300 15 Ext. 134

CÓMO LLEGAR

Desde Ocosingo, poco antes de llegar a Toniná, tomar la desviación hacia Monte Líbano; de ahí a Nahá son 74.2 km.

COSTOS

Hospedaje desde $ 550

Recorridos y paseos en Nahá $ 200 a $ 250 m.n. (1 a 4 pax.)

CONSEJOS  Lleva suficiente efectivo (no hay cajeros automáticos), así como repelente de mosquitos, bloqueador, botas y sombrero.

OTROS SERVICIOS   Rituales de sanación.